martes, 12 de marzo de 2013

8.- CONCLUSIONES

Hemos estudiado las condiciones de los materiales antes de su utilización y ahora vamos a comprobar si han sufrido cambios visuales o estructurales.

La madera de roble, usada en la mampara de la pared al exterior, ha permanecido en almacen durante varios años. Cuando se comenzó a mecanizar, la humedad contenida en la madera era de un 12,1%. Una vez mecanizada, la madera se ha debido adaptar al ambiente del lugar donde se va a instalar.

El mobiliario de roble que hemos fabricado aparte, ha modificado el contenido de humedad hasta llegar al 11,3%. Esta fue la humedad de las tablas de friso antes de su instalación.


Al menos de manera visual, la instalación no ha sufrido cambios estructurales apreciables. La instalación superficial del sistema de calefacción no ha afectado a la estructura, a pesar del aumento de calor producido por las tuberías y los radiadores. Se aprecia una cambio significativo de la temperatura entre la zona interior y exterior de la instalación.


En esta toma más detallada vemos que la distribución uniforme se mantiene. Un examen de la humedad de la madera, con datos tomados con el higrómetro,  nos indica que la humedad actual en esta zona es del 12,1%. Es decir, que la variación no es significativa a pesar de la zona de instalación. En este sentido, la presencia del aislante de polietileno y el rastrelado con madera tratada al autoclave no permite que esta variación sea mayor, lo que produciría tensiones, hinchazones y movimientos de las tablas.




Un examen más detallado nos permite identificar una única zona donde se han producido movimientos. En este lugar hemos detectado variaciones de humedad que van desde 13% al 15,1% en la zona más afectada. Esta parte coincide por el exterior con la zona de entrada de agua a las plantas de la jardinera, lo que se convierte en la causa más probable de este defecto.

Con el fin de evitar este problema en instalaciones futuras, debemos realizar un mecanizado de machihembrado que tenga unas tolerancias mayores, con el fin de permitir un ligero posible movimiento de las piezas de friso.




La mampara cubierta con madera de pino gallego, nos indica que actualmente la humedad contenida en la madera es de un 13,4%. No se observan tensiones ni deformaciones en las piezas. Tampoco ha habido rajas ni zonas desclavadas.



Las tablas se mantienen uniformes en su colocación original. La madera almacenada se encontraba algo más alejada de la zona de instalación, pero en la misma zona de taller, por lo que su humedad antes de ser trabajada era del 13,2%. La ligera variación puede haberse producido porque el lugar de instalación tiene contacto con una zona exterior donde corre el aire, y la medición ha sido tomada en invierno. Aún así, el mínimo índice de movimiento del porcentaje nos hace concluir que la madera no ha sufrido ningún tipo de variación una vez instalada.



Otra cuestión distinta es la del aspecto visual. La madera de pino presenta, como se ve en la foto, variaciones en torno al color y el veteado. El roble es más uniforme en éstos términos. No obstante, se trata de parámetros que serán más o menos atractivos en función de cada persona, por lo que no profundizaremos en este tema.




Lo que sí tendremos en cuenta es la variación en precio. La instalación en roble nos ha salido mucho más cara. No solamente por el precio de la madera, unos 1200 euros el metro cúbico de roble, mientras que el pino gallego sale por 400 euros el metro cúbico. Sino porque hay que añadir el precio de la instalación, y en el caso del roble nos aumenta por el coste de la espuma de polietileno, en torno a 1,20 euros el metro cuadrado, la madera de pino tratada, en torno a 1000 euros el metro cúbico, y el material de ferreteria, que es prácticamente el mismo en ambos casos salvo que en la parte de roble hemos tenido que usar siliconas y tacos de rastrelar, mientras que en la mampara de pino solamente hemos procedido a clavar las lamas.


Por tanto, salvo casos aislados en los que el posible cliente prefiera claramente el aspecto visual de la madera de roble o cualquier otra frondosa, determinamos que es preferible la instalación de madera de conífera en zonas de interior, y así mismo opinamos que, usando el mismo sistema de aislamiento y rastrelado que hemos usado en este proyecto, la conífera también tendrá un mejor comportamiento en los frisos donde haya problemas de humedad, ya que de esta manera se limitan los problemas que se podrían causar en caso de no usar ningún material de aislamiento entre la pared y el rastrelado.



Dado además el actual problema de crisis en que nos encontramos, consideramos que cualquier forma de reducir costes será siempre un factor a tener en cuenta. Por ello, la gran diferencia de precio de instalación entre usar una madera u otra será un punto determinante.

A esto hay que añadir la disponibilidad de material en los almacenes suministradores, donde la mayor parte del stock corresponde a friso de abeto o pino, incluso con variadas formas de acabados y colores. Solamente nos corresponderá a nosotros adecuar las condiciones de la madera al lugar de instalación, dejando la madera durante un tiempo en el mismo para que se adapte a sus condiciones ambientales.




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